Nicole Gagnum presenta una sèrie de fotografies que descriuen la metamorfosi d'una flor en tot el seu desplegament vital. Aquest és un dels temes més recorrents de la producción artística de Nicole Gagnum que ha explorat el discurs formal i simbòlic de la flor a través de la pintura, el dibuix, la fotografia o les video instal·lacions.
L'artista, ha escollit l'exotisme d'una rosella, una de les varietats de la Papaver Orientale, de delicats tons rosats per fixar els diferents moments de la gènesi de la flor i l'extensió dels seus fràgils pètals al món exterior. La sèrie de fotografies constitueixen un autèntic retrat sobre l'efímera existència en el sentit més profund d'una vanitas.
Les imatges, treballades des de l'exquisitesa i la sofisticació il·lustren el clímax de la plenitud, però a la vegada mostren una bellesa inquietant i enigmàtica que anuncia de forma velada l'acidesa i l'amargor de l'esdevenir de l'existència.
El tractament cromàtic i lumínic de diferents gradacions i intensitats suavitza els contorns de les delicades flors, que queden sospeses en un espai eteri i idealitzat. El mateix recurs li permetrà a l'artista amb un realisme sorprenent descriure la tensió de la polpa carnosa dels pètals que necessiten obrirse a la llum, la vivacitat de les punxes protectores de la delicada intimitat, la sedositat dels teixits, els vigorosos camins de les nervacions o les sensuals sinuositats dels plecs que inciten a l'acaronament.
Sentit i sensibilitat que evoquen la sexualitat femenina, en aquest desplegament que també és obertura i oferiment en la recerca de la plenitud organica. Canvi i moviment en cada una de les seqüències per il·lustrar l'incansable plegar i desplegar de l'etern retorn.
Amb un estil depurat i preciosista de la realitat, Nicole Gagnum ha aconseguit crear un assaig intel·ligent sobre la fragilitat de la bellesa abocada irremissiblement a la seva decadència.
"La rosella, la flor silvestre i humil que neix als camps de blat, ha quedat lligada al mite de Demèter deessa de l'agricultura i dels camps de cereals i de l'abundància. Segons la llegenda, la seva filla Persèfone collia roselles en companyia d'altres nimfes quan va ser raptada per Hades, déu dels inferns. Persèfone es va veure condemnada a viure a l'inframón els mesos de l'any que corresponen a l'hivern i per una disposició de Zeus podia tornar al costat de Demèter, la seva desconsolada mare a l'època en la que s'iniciava la primavera. Tal com consta en els Fastos d'Ovidi, del 12 al 19 d'abril es celebraven les Ceralia en el moment de l'eclosió de la primavera quan els els camps de blat es troben replets d'espigues i de roselles".
Coincidint amb les antigues festes romanes, us proposem descobrir de la mà de Nicole Gagnum , una impactant eclosió de belles imatges, les més sublims amfitriones d'una autèntica festa per als sentits.
Pregunta ¿Cuando sabías que serías artista? ¿por qué? ¿de donde te viene la necesidad de crear?
Respuesta De joven quería ser bióloga, siempre me interesaba y me sigue interesando el estudio de la naturaleza y la organización de las formas naturales. Cuando tenía 17 años estudiaba en Inglaterra y para realizar el examen de arte pinté por primera vez un bodegón en acrílico. De ahí se me abrió una puerta a un mundo que me importaba mucho mas que todo lo que había conocido hasta entonces. Fue un cambio de percepción muy profundo y a consecuencia tuve claro que quería ser artista.
P. ¿De donde surgen los temas que trabajas en tus obras?
R. Mi trabajo ha pasado por varias transformaciones, así que lo entiendo mas en términos de un proceso. Cuando estudié en los Estados Unidos en los años 80 empecé a trabajar de manera abstracta, y a través del estudio del color y la forma llegué a interesar me por la física, en concreto el estudio del movimiento, la densidad, la luz, y la energía. Mi formación artística ha sido marcado por este encuentro entre el arte y la ciencia.
Después de llegar a Barcelona empecé a trabajar de manera figurativa, buscando una manera de llevar mi obra a un terreno mas personal. Es ahí donde surgió lo que considero el tema que mas me ocupa hasta hoy – la feminidad. Mi primer interés era la flor, cuya simbología, su función reproductiva, su formación centrífuga, y su asociación femenina/sexual me ha dado mucha inspiración, y a continuación me llevó a retratar la mujer, específicamente a retratar las bocas de mujeres dentro de secuencias de movimiento y expresión. En el trabajo de las flores y las mujeres me interesa cuestionar el ideal de la belleza y la subjetividad de la percepción, mezclando lo atractivo/repulsivo.
P. Háblanos del proceso de trabajo a la hora de elaborar una obra. Como empiezas, la técnica, los resultados…
R. A lo largo de unos años la fotografía empezó a tener un papel muy importante en la elaboración de la obra. Hacía muchas fotos, utilizando un objetivo macro, y luego por un proceso de elección componía series a través de fotos antes de pintar los cuadros. Cada vez la fotografía se volvió mas y mas importante hasta el punto de cuestionar el sentido de mi pintura. Las series pintadas en aquella época tratan de secuencias de gestos que representan movimiento/cambio. Este interés por el movimiento es algo que me llevó a realizar el video "Return" que marcó el principio del final de este fase de trabajo.
P. ¿En que obra u obras estas trabajando? ¿cual es tu propio proyecto?
R. Volver a la pintura después de haber creado el video ha significado un replanteamiento de mi trabajo a nivel de proceso. He dejado de usar la fotografía con el objetivo de volver a un proceso mas simple que juega de manera libre con color y forma. De momento estoy trabajando con técnicas de gouache y collage. ¿Próximos proyectos? Este acaba de empezar y lo veo a largo plazo…
Ovidio narra la “dura soberbia” de la belleza de Narciso y le advierte: “Crédulo, ¿para qué intentas en vano atrapar fugitivas imágenes?”. Pero a esa fascinación reflexiva, casi tautológica, no supo resistirse el joven hijo de Cefiso y Liríope. De esta voluptuosidad floreció un mito, el de Narciso, que podría ser útil para describir uno de los fundamentos ignotos del arte: la articulación entre la seducción visual y el placer surgido del trabajo plástico. De ahí nace un gozo y un conocimiento. Nicole Gagnum lo explora a través de ese arquetipo milenario, el de la flor. “Alejamiento infinito del mundo de las flores”: Con esta cita de Novalis encabezan, André Breton y Paul Eluard la voz “flor” en su Diccionario abreviado del surrealismo. Nosotros hoy no leemos en esta cita una simple referencia a la utopía amorosa. A la luz de los hibiscos dobles de Gagnum y del relato de Ovidio, esa lejanía inaprensible a pesar del impulso del deseo nos remite al carácter insondable y abismal de la imagen artística, cuando se produce en toda su enigmática intensidad.
La penetración de ese extraño dominio visual por parte de Nicole Gagnum se hace desde la dialéctica constante entre categorías plásticas aparentemente opuestas. En estas obras lo orgánico y lo abstracto, combinados, mantienen su condición o, mejor, se refuerzan mutuamente. El movimiento vital de la planta se deja conducir o dirige, alternativamente, el desplazamiento de la mano que traza la línea o aplica el óleo. El dinamismo centrífugo del gesto implica una voluntad de superar la simetría, aún jugando con lo que tiene de tentador. Parece haber un eje o un pivote del que surge el movimiento de todas estas flores y de estos amasijos articulados de líneas y volúmenes, de pliegues carnosos como la pulpa del pétalo o etéreos como el roce de la luz cuando el aire los atraviesa y los abre.
La nueva libertad pictórica de Gagnum parte de su reencuentro con el dibujo. El dibujo, practicado sin objetivos miméticos, sitúa al artista ante la tesitura del modelado o la escritura de la imagen. Es el estadio primero de su establecimiento, en el que se consolida el cañamazo que la sostendrá. Pero puede convertirse también, como aquí es el caso, en una entidad con una densidad evocadora y plástica propia, en la que se perciben perfectamente los rastros, los surcos, de su materialización. Por eso los dibujos, adquiriendo el estatuto y la complejidad de la obra madura y autónoma, indican el camino de una autoconciencia plástica que surge del proceder, de la mano. Al tiempo, estos son dibujos de pintor. Poseen una corporeidad escultórica y líquida, densa y transparente. Los llamativos puntos de color de los estigmas sirven justamente para poner mejor en relieve el color virtual del dibujo.
Aunque solo de manera tangencial e irónica remiten al problema de lo decorativo en el arte, hay una abundancia generosa y casi excesiva en estos cuerpos florales de Gagnum. La peculiar unión entre sensualidad erótica y complejidad formal puede evocar el barroco de Bernini, traducido por Gagnum con la efervescencia inquieta de la modernidad. Cabe matizar esa manifestación de lo excesivo y lo teatral en la obra de Gagnum. El suyo no seria un barroco epidérmico, del enyesado ornamental, sino un sistema para desvelar la dinámica y ambigua relación entre la superficialidad seductora de la imagen y la tensión corpórea de la forma surgida del pincel o el lápiz. La diversidad del trazo en el dibujo de Gagnum, frágil o enérgico, astillado u ondulante, la untuosidad de sus óleos, en los que el color deviene nocturno y encarnado al tiempo, están entre los muchos recursos que Gagnum pone en danza para que se desarrollen con engañosa naturalidad los alardes de la belleza.
La pintora inglesa Nicole Gagnum (1963) expone en la galeria Alejandro Sales hasta mediados de marzo. Todas sus obras recientes representan una flor y algo más que una flor. La mayor parte son dibujos en gran formato y en blanco y negro con escasos puntos de color rojo. También hay alguna pintura, pero la pieza que me parece más interesante es el video Return, que se presentó en la feria LOOP de Barcelona. Es un buen ejemplo de lo que ya es casi un género videográfico: el video basado en la danza. Pero en este caso no se filma una obra preexistente, sino que es la bailarina que interpreta la idea de la artista plástica. La aportación de la prestigiosa bailarina Catherine Allard es importante y también hay que citar que la grabación es de Mariana Jaroslavsky y el vestuario (una amplia falda-flor) de Ariadna Papio. Me parece un acierto la colaboración entre autores complementarios y es bueno que se cite a los coautores, como hace Nicole Gagnum. Se suele olvidar que ciertas obras de arte, de cine, de teatro, de música, etcetera, son de autoría más colectiva de lo que se nos hace creer. Me consta, por ejemplo, que ciertos guionistas, o también directores de fotografía de algunas películas, han sido más y mejores autores que el director, presunto autor de los logros de esa obra que firmó quizá legítimamente, pero un poco en falso.
En Return, una mujer aparece como una flor que se abre y cierra, un latido que se ofrece y se repliega. Expresa un ciclo temporal mediante los pliegues y el despliegue de su falda. La apertura significa plenitud, logra la forma de lo entero y sin carencia, que es el círculo. Pero el color rosado y los pliegues de la falda evocan los de la parte más tierna del sexo feminino. El círculo es también como un ojo y los radios curvados evocan los del ojo de la camera.
La primera sensació et transporta cap a un estat de malenconia conegut, una música marca el ritme que condueix cap a un racó reconegut sense imatge apparent. Per això la imatge que ens hi acosta és aliena, exerceix una funció al.legòrica amb el propòsit d´esvenir part íntima d´un jo femení essencial.
Nicole Gagnum presenta tres pintures i una videoprojecció. A l´audiovisual apareix una dona que balla sobre si mateixa desplegant el vestit vermell que l´envolta, la imatge esdevé metàfora de l´obertura de una flor, la ballarina flor realitza el viatge d´anada i tornada, obertura i tancament. En el transcurs percebem la tensió o lluita que suposa el plegar-se i desplegar-se amb la tela, la lluita alludeix a un espai d´obertura sexual, no és casualitat que a les pintures, on l´element protagonista és una flor, l´òrgan reproductor es visualitzi perfectament. Un cop més la imatge marca dualitat, estranya tensió causada per la visibilitat dels genitals vegetals, clofolla peluda que insinua dualitat entre repulsió i bellesa.
El conjunt de l´exposició reitera l´al.lusió a la sexualitat feminine a través de la metàfora, dona i flor com a symbol d´obertura instaurant-se en un espai bipolar. No ens ha de sorprendre que l´artista sempre hagi treballat amb imatges inquietants, fragments de dona, retrats de boques o, com és el cas, flors que mostren una nuesa poc habitual.
La bailarina inscrita en el disco/ojo gira sobre sí misma, se abre, despliega su vestido hasta ocupar toda la superficie determinada por la máscara redonda y, tras un clímax breve marcado por leves contracciones, procede, simétricamente, a cerrarse de nuevo sobre si misma, a apagarse. Como una pupila que se dilata y se ocluye, como el diafragma del objetivo fotográfico, como el ciclo diario de la flor, se evoca un proceso vital esencial. Entre la gracia y el esfuerzo, asistimos (contemplamos, espiamos), atrapados en el ojo, al desplegarse femenino y carnal de una mujer-flor que, por momentos, desde abajo, nos mira, nos señala, parece lanzar un brazo hacia nosotros pero lo repliega y sigue su contorsionado baile de transformación.
De una exquisitez plástica deliberada, resuelta formalmente de manera irreprochable, Return toma el modelo de la circularidad progresiva y expansiva de la espiral para construir un ciclo entre lo simbólico y lo sensual, mediado por el velo distanciador del esteticismo. Acaso haya aquí una resonancia de Anemic cinema de Marcel Duchamp, donde veíamos evolucionar sus discos giratorios de palíndromos alusivos a la sexualidad. Pero también reencontramos la misma obsesión extática, erótica y óptica, en Loie Fuller, musa del Art Nouveau, innovadora bailarina que se transfiguraba en lirio o etéreo vegetal y que, amiga de Marie Curie, experimentaba con sistemas de iluminación y fosforescencias.
El trabajo de Nicole Gagnum retoma estructuras formales y, sobre todo, un sistema de metáforas ya conocido y hecho. Más que de tópicos, deberíamos hablar de metáforas ready-made. Se trata en realidad, con la mujer flor, de un paradigma de función casi universal. Nicole Gagnum sabe reinterpretarlo y hacerlo eficaz con una propuesta que multiplica los cruces de significado entre lo erótico, lo vital y lo femenino, y que cautiva nuestra mirada en un secreto latido que es un ojo que también, impúdicamente, nos mira.